A esta edad, que no es tanta como la de un viejo ni tan corta como la de un niño, siento que me falta algo y a la vez que lo tengo todo. Siento un vacío aquí en mi pecho, en el alma, un vacío del tamaño de ti, un vacío en el cual sólo caben cinco letras, una palabra, tu nombre... tu nombre que tantas veces dije y en mis sueños murmure, un nombre el cual en un tiempo quise pero rechacé. Ahora me arrepiento de no haberlo tomado y recibir todo ese cariño, comprensión y ternura que él tanto me ofrecía... ahora me toca a mi, me toca a mi sufrir de nuevo por amores, de pagar el precio por lo echo y sentir tan inalcanzable aquello que alguna vez tuve a mis pies. De no aprovechar todo aquello que se me ofreció. De seguir pateando piedras mientras vago solo por las frías calles. Sin esperanza alguna de querer volver a casa y seguir caminando sin rumbo, de fundirme con el horizonte.
Me pregunto, ¿Qué estarás haciendo justo en este momento?, ¿estarás a caso pensando en mi?, ¿en aquella primera vez cuando te llamé y escuchamos nuestras voces por el teléfono?, ¿o a será a caso en aquella primera vez que fui de visita a tu casa?, ¿o tal vez cuando te presente con mis padres aún sin ser nada formal?, no, no lo creo, tal vez en aquella primera, única y probablemente última vez que hicimos el amor, o debería llamarlo... sólo sexo. No sé que fue. No debería de hacerme ya más ilusiones.
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